martes, 31 de julio de 2007

El espíritu de la golosina

Sin darme cuenta encuentro mi camino en los pasos que llevo recorridos, no sé lo que me aguarda detrás de la siguiente esquina, poco me importa, y lo mismo duermo que evaporo pensamientos insomnes, mientras dejo al minutero tejer libremente mis oscuridades.

Calibro el pasado y voy abriendo puertas cerradas con llave. Me encuentro más pequeña y más vieja, más despistada y más lúcida, más delgada, más gorda, habladora y callada, tierna y petarda, lágrima y sonrisa, menuda y crecida. Mala y rebuena. Cachonda apática y monótona bromista. Inconstante, terca. Todo lo de siempre, + olvidadiza.

La contradicción o, como diría mi madre, el espíritu de la golosina.

Hoy he comido con dos amigas, sólo con dos amigas. Cada vez me distancio más de otras personas que ya no conozco. Pero nosotras hoy nos encontramos de nuevo, para después despedirnos, para volver a estar sola y tranquila, o no, lo de tranquila según me dé, no importa. Y, mientras camino de vuelta, mi mirada se vuelve hacia aquellas arenas movedizas que por poco me devoran. Ja. Y ahora me da algo de risa. Ja. Sólo un poco. Porque antes no veía más allá de mi propia sombra, y así andaba, tras ella, víctima del mismo minutero que hoy dejo tranquilo, consumiendo sin darme cuenta exactamente el mismo camino, la misma huella a cada vuelta, a cada detrás de la esquina.

Ahora no. Ahora no sé que habrá bajo la suela de mi zapatilla cuando la alce. Quizá una piedra, una porquería, tierra, una carcajada de golpe, esos pantalones que me ponen tierna, esa sonrisa... besos, besos, no sé, ya os he dicho que poco importa...

A partir de hoy la sombra andará detrás de mí.

lunes, 23 de julio de 2007

Lo sabía.

Despues de la noche volteando entre mareas blancas, sabía que hoy te iba a pasar, que ibas a divagar en busca de situaciones que te provocaran sufrimiento, que ibas minuciosa a rescatar de las tinieblas un catálogo de piezas límite.

Te ocurre cada tanto, ya sabes, y hoy se te veía en la cara.

Sabía que ibas a volver a aquellos ojos que te partieron el otro día..., a aquella chica que se esconde de la vida, a las palabras que se empequeñecen con su risa, con ese beso que cierra tus ojos y te vuelve a dejar caer la sencillez de una tontería. En la tragedia y la nimiedad, en ese juego de contrarios que se balancea hacia delante y hacia detrás, haciendo el amor embrutecido a una súplica.

Hoy te dije que te iba a pasar, pero también que lo olvidarías, que vale, que te sacudas bien fuerte con hipótesis, que te coloques tantas veces como quieras en el borde de la caída, pero que se pasaría, otra vez. Como cada tanto tiempo, ya sabes.

Es tan sencillo y tan complejo como esa vuelta otra vez a esos ojos, a ese miedo a esa niña, a ese beso con risa que cierra la puerta de golpe a cuatro tonterías.

viernes, 20 de julio de 2007

Emergiendo

Y comencé a sentir la sal en la boca, y me escondí tras las gafas de sol. Un puño cerraba mi estómago, un nudo de vientre en mi carne, en mis manos en mi frente que suda los días, las torpes ideas. Comencé a sentir la sal en las mejillas antes de dibujar el torrente, las formas las olas del mar recogidas con la lengua. Comencé a sentir su pico su pala, sirenas cavando en mis ojos su tibia dureza...

Comencé a sentir palabras que parten la pena en alas de gaviotas que se van.

Comencé a sentir

Comencé a llorar

Al fin,
de una puta vez
comencé...

sábado, 7 de julio de 2007

Burrito

Tira de un carro hacia adelante y con la mirada fija al frente… Lleva muchos meses haciéndolo, y hoy es el último día que pasa en la casa. Continúa luchando contra los fantasmas, contra las voces que le empujan a sentir nostalgia. Son pequeñas las batallas… la guerra está ganada.

Camina deprisa con la espalda cansada y la cabeza tecleando… Ha adelgazado pero vibra. Se mira los pies, se mira las zapatillas y ese camino que hoy comienza distinto. Sonríe. También se siente pequeña y miedo. Lucha. Gana. Lleva meses barriendo de su cabeza sensaciones huecas que empujan a un inmovilismo cómodo, y llenándola de colores y de bocas y de rojo y de voces de niños pequeños.

Un escritorio…
Un flexo niquelado
Folios
Libros
Y este ordenador que hoy está huérfano de mesa y se acomoda sobre mis rodillas.

Una foto de niña de los años setenta.
Son los mismos ojos.
Reencuentro.

Abrimos las puertas de la nueva casa las veinticuatro horas del día durante el completo año.

Quedan todos invitados.

Hay cervezas… frescas.