jueves, 19 de junio de 2008

Por las noches

A Loredhi por las noches le visitan los fantasmas. Hace callar a cada tanto a cada uno pero ni con esas. Loredhi visita el mausoleo de los caníbales descalza y con un collar hecho de caballitos de mar. Qué lindo, le dicen, qué lindo collar marino adorna tu cuello. Loredhi escucha, y se da media vuelta y se arranca el cordel... un millón de caballitos se esparcen sobre las tumbas...

A Loredhi por las noches le visitan los fantasmas que sin la luna no se ven.

lunes, 16 de junio de 2008

Cambio de temporada

Domingo noche. Al fin se decide Loredhi a cambiar la temporada de su armario. Esta vez utiliza dos cajas para guardar en lugar de una, quizá porque la ropa de invierno abulta más o quizá porque se desquició un buen día del invierno comprando más prendas idénticas de lo que la gente considera normal.

Esta noche Loredhi busca encontrar nuevos colores para el buen tiempo: rojo, blanco, verde... nunca malva ni amarillo, pero vuelve a ser lo mismo de siempre: marrón, negro, gris, marrón, más de negro, verde militar y algún que otro naranja. Pantalones vaqueros gris, gris más oscuro, azul, azul más oscuro... Y unos piratas bien ceñidos que añoraba...

Después de guardar cada cosa en su cajón, es tarde, y Loredhi no sabe si sentirse bien o si sentirse mal. No encontró nada nuevo, y prefiere mirar hacia la calle y bajar la persiana sin pensar en nada ni en nadie.

Y vuelven las rutinas. En la noche de su espejo, Loredhi encuentra una cara cansada, algo bronceada hoy. Unos pendientes que cuelgan y que molestan al salir, su pelo de chico, unos dientes que se lavan esquizofrénicamente siempre a la misma temperatura, unos ojos castaños que miran raro y que quizá sean su único patrimonio puro, unos pijamas que tapan una piel todavía reacia al desnudo y unos pies de niña pequeña que se enfrían, que se enfrían y pisan despacio para no hacer más ruido de lo que la gente que duerme a esas horas considera el normal.

martes, 10 de junio de 2008

Cosas que no digo mientras vivo

Que te quiero escribir y no puedo
que te perdono
que construyo la mitad de mi lado
imaginando un hueco en la mitad de tu frente
que suspiro hacia mí
que no te he llamado

que te quiero

que te extraño

que me acuerdo mucho del final de tu espalda
del dulce triste que me dejaste bien cerca
de las amapolas
del mar que no te mira sereno
de que me duermo tendida en tu ala derecha

que soplas sobre mis pestañas
que me despiertas

que sueño eso
pero es mentira
porque no te siento
ni respiras

que me doblo por todos los lados posibles
que me hago hoja en blanco
en cristal verde botella

que hablo por hablar
y digo por decir
las cosas que no escribo
y mientras, vivo.

lunes, 2 de junio de 2008

Primavera

Las hojas en blanco que no escribe Loredhi crepitan bajo las suelas de sus zapatos de primavera.

Loredhi odia la primavera, odia vestir con colores claros, las pieles prematuramente morenas, los estampados de temática selva y las filas de dientes sospechosamente brillantes... Loredhi odia no calzar sus botas porque no toca, que la gente esté más sonriente, o más motivada o más ausente o más excitada únicamente porque es primavera... En realidad lo que Loredhi odia es que se tenga que hacer algo concreto porque es una fecha.

El aire es frío, hoy Loredhi camina zigzagueando el hambre de toda una mañana y se detiene en un semáforo rojo. De pronto se acuerda de sus calcetines azul grueso reposando sobre la cama. Y de sus botas negras en un rincón. De las tiritas tapando rozaduras en los pies descalzos de una mujer sin brazos... Y ahora llueve... llueve otra misma tarde y todo vuelve a parecerle ayer. Y Loredhi entonces se deja mojar, e imagina que es ella y que es otoño y que camina con sus hermanos pisando un charco por cada tres pasos..., sólo por cada tres pasos, no vale trampa.

El semáforo cambia a verde, y las hojas en blanco que no ha escrito Loredhi se deshacen bajo la suela de sus malditos zapatos nuevos color primavera.