jueves, 26 de febrero de 2009

Esbozo de los sueños

Son los sueños figuras cotidianas embadurnadas en betún
soplando castillos de humo,
merodeadores declamando ebrios en un solar urbano,
termitas recorriendo la garganta del gato persa,
un sonámbulo desnudo a la puerta del wc woman…

Son los sueños recortables,
surtidos de marionetas pudriéndose de polvo en un estante equivocado,
carreteras que no terminan en stop,
voayers palideciendo un invierno
y sobre el metal de la ventana el hambre…

Son los sueños el endecasílabo que no suena,
el viaje hasta el punto del planeta donde no hay gravedad
que tira al fondo,
animales que miran recto a la manzana
tiradores franco en la azotea gris,
sueños son los capullos que no se abrirán cuando termine la noria.

domingo, 22 de febrero de 2009

La soledad

La soledad huele a respiración quieta,
a unos ojos entornados asomándose al balcón del edificio,
a unos labios que rehúyen del carmín en el espejo, otra vez,
la soledad huele a miedos reencarnados en dolores,
a la palabra exacta que no brota del gaznate de la musa.
La soledad huele a tierra y a su lenguaje crujiendo en vertical,
al tachón número uno en un calendario de mesa,
a gárgolas burlándose de la caverna del insomne.
La soledad no duerme, habita en la entrevela de la sangre,
tiene forma de guante que aprieta de cintura para arriba,
el sabor de piel lejana que esconde entre gemidos un televisor en marcha,
tiene forma de tortura que rasga el pulmón izquierdo de manera esquizofrénica, otra vez.
La soledad es de noche todo el día,
tose cuando no la ven
es seca y hace lágrimas de cera,
es la ausencia de sonidos
cuatro paredes y una imagen para guardar en el fondo de una retina opaca.

viernes, 20 de febrero de 2009

Collage de adulto

De la infancia solo sé de un pájaro herido,
de costillas temblorosas golpeando las falanges de una niña,
de la infancia es una boca abierta
una bofetada en el envés del alma,
un camino sin relieve sobre las mazmorras del hígado.

De la infancia es un collage de revistas en las transfusiones de una virgen,
los colores malva y miedo en el pasillo,
los secretos encogidos en las noches de los puños
y es el grueso de una manta lo que calla la cisterna,
de la infancia son los ojos paseando las narices
de un adulto gélido a la llama del colchón que mortifica.

De la infancia no sé más que verde hierba en las nalgas del sol,
puzzles desmontados y una mantis en la rama de mentiras de pinocho,
es de infancia la matriz de un bocadillo pariendo en plata y sed las dos caras de la luna…

jueves, 19 de febrero de 2009

Cuesta arriba

A veces cuesta desviar el lagrimal hacia el lado de lo urgente
y no avivar la sensación de frío,
cuesta revolotear sobre la decisión de tropezar dos veces
y no abrirse las venas con las cuerdas de un teclado,
a veces cuesta callejear desde el colchón
cada dos horas de sueño una pastilla para dormir con luz,
cumplir el calendario intransigente de una hormona,
descifrar el entresijo de palabras en un jardín zen y deshojar la margarita,
a veces cuesta salir de unas manos de leche de burra domesticada en vano,
adivinar un silencio,
parir dos fonemas seguidos y en la pereza reconocer un circo triangular,
a veces cuesta sacudir enteros contra las paredes
sin turbar la punta de una pluma de paloma.

A veces cuesta desviar el lagrimal hacia el lado de lo urgente
y no avivar la sensación de frío...

martes, 17 de febrero de 2009

Imagina

Tú, que cruzas la calle con un animal atropellado en el bolsillo
con la máscara de verdugo cosida al antebrazo,
de demonio encajando bolillos de rutina bajo la mesa,
tú, que desarmas la cintura de una decisión
cabalgando en un borrico
de culo gordo,
lento como un almanaque,
que barajas las direcciones
aparejador borracho de tinta,
que calumnias
que en voz baja
que sigues….

Tú, que cruzas la calle y cruzas de trabajo
y cruzas tu obsesión de asesinar animales domésticos,
que cruzas todo lo larga que es la luna acostada,
dime
adónde vas,
hacia dónde diriges el vuelo de tus alas rotas,
hacia dónde tus pisadas,
matarife de mascotas
suicida putero y
único ahorcado en el luminoso del número catorce de la avenida...

Abre los ojos,
¿imaginas lo difícil de ser inválido y no saber dónde estás?.

lunes, 16 de febrero de 2009

Loredhi y la TV

A Loredhi no le gusta ver la televisión.

Desde aquellos tiempos en que tenía que consensuar entre tantas personas el programa a seguir, sin llegar a acuerdo, Loredhi decidió que no valía la pena el esfuerzo y se alejó progresivamente de la TV. Por ejemplo, nunca siguió series como aquella de los jueves Luz de luna que las compañeras comentaban, ni tampoco vio películas de corte picante como la de Nueve semanas y media…

Hace dos noches Loredhi hizo dos cosas poco habituales en ella: darse un largo baño de espuma y casi quemando, y sentarse a ver la televisión. Era Viernes y Loredhi terminó apagando el aparato aterrada de tanto malo. Solo le consoló pensar que era un día Viernes, y que seguramente cientos de miles de ojos estaban esperando en sus casas a que alguien les mostrara cómo se puede estar peor.

Sin comentarios.

viernes, 6 de febrero de 2009

Fin del trayecto

La mujer camina lenta, arrastra maleta de ruedas azul marino hacia un hotel, es la primera vez que la mujer de la maleta de ruedas se aloja en un hotel sola. Por las piernas le bajan las ganas de cerrar los ojos y muere el alborozo de unas ruedas sobre la alfombra roja. Ha llegado. El hall es claro y rojo, rojo es como la sangre que baja lenta, como la mujer, hasta el zapato… No hay luz…

Querida, hace tanto que no me miras,
hace tanto de tu mirada líquida sobre mí,
te observo de lejos…


La mujer cabizbaja enseña su bono en la recepción del hotel, dos mocasines brillantes le conducen hacia el ascensor, son los últimos pasos de una marioneta de madera. Fin de la primera escena. Le abre la puerta de la habitación… adios adios adios gracias… La moqueta abriga la poca vida de su sombra, la moqueta es del color de la arena de un volcán, la moqueta es lava, llamas en la entrepierna... No hay luz…

Te observo de lejos,
hace días que mortificas los silencios detrás de tus pestañas,
con los labios sellados, mordiéndote las uñas, qué se yo…
hace mucho tiempo que me evitas.


La mujer deja caer sobre la cama su bolso agotado y cierra el asa de la maleta, clic. Se tumba boca arriba y mirando las bombillas recuerda cuando jugaba a que el mundo era al revés, y que el techo era el suelo, y que había que saltar para pasar y que hacia dónde se abrirían las puertas… Imagina que eso fue, que se murió con la niña que se tumbaba boca arriba en un sofá de piel verde. Imagina ahora cómo poner el mundo al revés sin que medio mundo aplaste al otro medio … Imagina que no estuvo ese sofá, duele...

Hace mucho tiempo que me evitas,
hace tanto que no sueño, querida, que lloro seco y gimo,
hace tanto de aquel cielo libertador en las puntas de tus dedos, hace tanto mujer corriente de eso de ti y de mí…


La mujer se sienta, abre el bolso y saca libros llenos de papeles, cruza las piernas sobre la colcha, mira adentro y recuerda la navaja luna clavada en la raíz de la columna vertebral, ahora no…

hace tanto mujer corriente de eso de ti y de mí…

La mujer abre libros abre las hojas dobladas en cuatro puntos cardinales. La mujer lee, toca, huele, lame… muere…

hace tanto mujer corriente de eso...

no, ahora no, déjame llorar.

… ayer, en tu búsqueda áurea, recordaste dos frases, miraste,
miraste y después vuelta a tu cloaca, bella huidiza… con desdén.


La mujer castiga al lagrimal hasta hacerlo explotar de rabia…

Y aquí me encuentro, viejo, encefalograma flácido escribiendo sobre la pared blanca de la última estación…

… Caen gotas sobre el montón de papeles de la mujer entre las manos. Caen gotas rojas como la alfombra que ahogó el traqueteo de unas ruedas de una mujer que lleva una maleta sola.