lunes, 25 de mayo de 2009

Urgencia

La velocidad se apodera de Loredhi. Conduce con la rapidez de los demás y no piensa en sus propios movimientos. Muros con carteles de conciertos y espectáculos derraman restos de cola y palabras pequeñitas que casi no se entienden. Loredhi lee y siempre queda aquello en un ya iré, porque a la semana siguiente, no, al día siguiente, los carteles han cambiado y la cola sigue chorreando por abajo y Loredhi nunca ha ido. Y siempre le da frío aquella pareja en moto.

La velocidad hace que Loredhi sienta en urgente y que quede todo en un ya será, hoy no da tiempo. Y un semáforo en rojo ahorca los segundos y el tiempo se muere y los hombres están parados. La velocidad de Loredhi baraja naipes que nunca se equilibran, que perdieron la oportunidad de ser castillo y derrumbarse, corta la respiración con tijeras de manicura y sangra por la punta de la lengua.

Pum pum pum sesenta así y el minuto muere, y queda azul y frío y seco, y nace uno nuevo con el verde de un semáforo triste.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Zapatillas verdes y rojas


Hace más de dos años que Loredhi se compró sus zapatillas verdes y rojas. Se enamoró de ellas mirando un escaparate de la tienda surfera que había al lado del ballet. Por aquellos tiempos, Loredhi era una buscadora de señales obsesiva, caminaba de un lado al otro de las avenidas como una peonza, dentro de una burbuja. Se recuerda color sepia, como en una foto antigua, que transmite, pero que no siente. Compraba libros y ropa de manera compulsiva, escribía poco y con dolor, no hablaba.

Las zapatillas verdes y rojas lucían en el lado derecho del escaparate junto a otras chancas bonitas y deportivas tipo chic, collares, cazadoras, llaveros, bermudas, pulseras, y zapatillas. Eran lo más. Loredhi se enamoró de ellas como quien se enamora de un color concreto de mar y punto. Las zapatillas verdes y rojas de Loredhi le sacaron los pies de la burbuja y estiraron hacia abajo fuerte.

martes, 19 de mayo de 2009

Loredhi da vueltas I

Loredhi se mareó cuando era pequeña en una feria de pueblo, esa tarde vomitó toda la horchata que había en el mundo. Esta ha sido la primera y la última vez que Loredhi ha vomitado. Toda la horchata salió por una boca de niña que pensó que se lo podía pasar bien subiendo en una taza que daba vueltas sobre sí misma, y también sobre un eje central, al ritmo de una música hortera. Cuando aquello comenzó a moverse, Loredhi supo que lo iba a pasar mal pero era tarde, las primeras sacudidas y las manos se aferraron al metal... Y Loredhi solo recuerda

vueltas,
cielo,
vueltas,
azul,
el aire,
gritos,
verde manzana y rosa en otras tazas,
bocas abiertas,
cielo,
gritos,
aire,
las vueltas,
azul,
ojos cerrados,
sirenas,
no hay cuerpo,
hay un puño dando vueltas y estómago…

muerte.


domingo, 17 de mayo de 2009

Zapatos

"...y que sangren las aceras aunque vagues dentro de una huella impalpable. " Paloma Angel

Que camine el ciego, y que sangre sus pisadas el latido,
que escupa lo que queda de malo la acera que arde insomne bajo el vertical del muslo. Que sangre sordo el deambular de una digestión de agua, de polvo triturado con las muelas, que busque un par al niño que busca en otro par a la madre.
Que la nostalgia se sude entre las sábanas, es la marca de un sueño en la esquina de un libro de noche, y que vaya y venga tu cincel, vaivén de ritmos enarbolando un resquicio de llamada, de humanoide lúgubre sentado frente al lago y tirando piedras y contando los anillos que se forman hasta llegar al número par del otro zapato que aún duerme.

lunes, 11 de mayo de 2009

Soliloquio

“Cómo llenarte, soledad,
si no contigo misma” Luis Cernuda

Cómo llenarte soledad,
cómo inflamar los alveolos de tu pulmón
sin formar una sangria de silencios,
cómo calibrar tu envergadura de palabra
femenina, soledad.

Cómo llenarte soledad,
cómo llenar tu pulmón de kilos de vacío
sin hacer una matanza,
cómo si tus cavidades no tienen puntos de sutura,
si tu densa pesadez se escurre entre las grietas de mi mano,
si eres larva si eres madre si eres padre y naces de ti,
cómo llenar tu sueño.

Cómo llenarte soledad sin temblores,
sin que se quiebren las nubes
que las alas de gaviotas ebrias crean,
cómo llenarte de mí si eres embrión y orígen.


viernes, 8 de mayo de 2009

Funámbula

Loredhi observa cómo el mundo se mueve, siempre lo ha hecho, pero quizá de una manera inconsciente. O no. Ahora le cuesta reconocerse en gestos antiguos, Loredhi ya no mira fotos, las recuerda, a Loredhi le cuesta entender palabras como solidaridad o afecto, le cuesta intercambiar flores, le cuesta estar.

Loredhi vacila en una cuerda sujeta por dos troncos, … al fondo se oyen los tambores, y se dibuja a sí misma haciendo el número de circo. Pero no es ella. El sol calienta su cráneo y estimula la imaginación y no es ella. Loredhi vacila y se cae, y se tumba boca abajo y saca la lengua para sentir cómo sabe el césped a esas horas de la tarde. Sabe raro. Loredhi entonces se gira y cierra los ojos y piensa que las nubes no son sólidas, que las cigarras se van con los ladridos. que no sabe qué le cuesta más, pisar el vacío o pisar el suelo.

jueves, 7 de mayo de 2009

Médula espinal

Eres médula en la oscuridad de una curvatura,
látigo interno flagelando el sueño,
médula muda envuelta en reflejos grises y
blancos que salen del pentagrama
y ramifican unos dedos que tiemblan si les falta oxígeno.

Eres médula, compás de voz trazando idas y venidas,
crepúsculo urbano de paseos mirando al techo
prófuga en el manejo de los instintos,
médula macerando colmillos en la noche,
en el pliegue de la nuca hasta el lunar,
columna en la distante estructura
impulso para el goce,
médula soberana en la espina de un diamante.

martes, 5 de mayo de 2009

De noches y miedos

Sí, no hay nadie, al menos desde mi balcón parece que no hay nadie… los motores son ficción, y yo con la maldita manía esquizofrénica de no acostarme hasta las veintiséis…

No hay nadie, aquí yo con el tac tic de una teclas compañeras de desidias, de laboriosos entresijos para no llegar a nada…

Las plantas están muertas, la televisión está muerta, mi imaginación está muerta… sólo resiste el cuerpo, que acude infatigable a la llamada de los murciélagos, seres ciegos que chupan la sangre del que está solo, e incierto.

Mi hermano me va a pintar un cuadro y me pregunta por mis colores preferidos, yo pienso en que ahora me da miedo coger a un bebé y que cuántas cosas han cambiado desde entonces, después pienso en volar en avión y el miedo que me sigue dando, en que no tengo una libretita para escribir, en que hoy tengo la cara de la mala leche y no me gusto, y después, para relajarme pienso en mis colores preferidos, y son tres, azul, rojo y verde, pienso en mis zapatillas… pero hay uno más, hay un cuarto color que no estaba, el naranja, y entra entonces el miedo a romper el círculo de las equivalencias…