lunes, 28 de septiembre de 2009

Te observé mientras te ibas

Caminas solo, gobernante de silencios, titubeas en las distancias cortas y en los pedazos de aquel océano por salvar, en las ramas de aquel paraíso que latía mientras el mundo rodó. Y ya no. Todo es horizontal mientras caminas, solo, recreas en tu cabeza flores que se fuman en almíbar, masticas vértigos, tecleas pasos sobre pasos sobre verde hierba, sueños de niño asmático asfixiando un beso transparente de sirena.

Caminas solo, radiante en tu negritud de huella, y unos ojos en el fondo de tu cráneo torpedean diapositivas, de color azul, de color rojo y azul de sal, y tu sombra se va, invadiendo las espaldas, y retumban en la antesala de tu pecho los tambores de un hechizo, y caminas, y en la mano un corazón moribundo, gotas de sangre sobre botas de hombre que camina solo.

martes, 15 de septiembre de 2009

Tarde de martes

Hoy es martes, parece jueves, la semana está siendo tan larga. Demasiado frío para un mes de septiembre de año impar. Esta tarde amenaza lluvia. Tomo algo caliente en mi taza blanca, y la mesa de la cocina ya no gira.

Tracy Chapman amortigua el zumbar habitual de mis oídos, crónicos enfermos de la sociedad. Me acuerdo de Margaret, de lo mucho que charlamos este verano, de que me debe un mail. Me acuerdo de mis otras muchas locas, cuerdas que cuelgan con los cabos de colores desde mi cielo, que me sujetan cuando hago un amago de caída. Y siempre es broma, no hace falta repetirlo. Me acuerdo de esas sonrisas lúcidas estrellando anti rutinas contra los muros, dardos contra el horizonte de lo distinto, desmembrando frases sacadas de un tiesto, palabras que hacen descascarillarse los restos de esqueleto que me queda en momentos ridículos, esos que tú y yo sabemos.

Me acuerdo, y a menudo intenso, de esas brujas de colores que me lanzan cuerdas desde sus guaridas.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Septiembre


El mes de septiembre amanece derretido sobre el verano. La ciudad se ha inundado de motores y el calor acobarda hasta a las ratas de la Gran Vía. Loredhi siente temor a lo que se avecina. Una semana antes el asfalto iba y venía con personas solitarias, familias insultantemente unidas comprando libros de texto, apurando las sudadas chanclas y las camisetas sin mangas... ancianos con cartillas de la seguridad social cruzando las calles solos, estudiantes con barba y cara de esos diablos que no duermen.... Pero hoy ya es septiembre, y las personas ya no caminan tan solas, se han multiplicado, y las familias se tambalean, y los ancianos cruzan el paso de cebra con miedo, algunos estudiantes se han afeitado hasta las ideas. Siguen las odiosas canciones en el hilo musical de aquella tienda, las mismas noticias estúpidas en internet, los coleccionables de naturaleza imposible, el ruido. Comienza el tráfico de borregos.

Esta ciudad es para los moribundos, sólo salva su dignidad a la luz de las farolas de la noche. Loredhi entonces vaga por las avenidas e intenta sonreír, y levanta la cabeza... le duele todavía tanto el cuello...

martes, 1 de septiembre de 2009

Una loba aúlla serenatas en tiempos de guerra

Una loba da vueltas en torno a una hoguera,

sus pasos regulares, enfermizos,

armonizan el vacío

ese silencio que da la oscuridad.


Una loba huele, vacila,

levanta el hocico y revienta en la intimidad a la luna,

mira fijo y dilata las pupilas al máximo,

caza su propia respiración.