El puño aprieta la amígdala derecha y luego la izquierda y tropieza con el fuelle de la voz. No hay voz. No hay música. No hay nada en la cabeza susceptible de convertirse en piedra, tijera y papel. Siluetas de colores cruzan por el paso de cebra y un semáforo en intermitente naranja hace mirar. Sí, los ojos tal vez vean, pero sigue la poca luz, la cantinela descosida de la polución, la sed de una boca muda en una tienda de moda. La garganta es, y unas tenazas la aprietan. Agolpadas tras la tráquea, un puñado de palabras esperan ansiosas derramarse por el paladar...
Respira sola rociada de materiales interrogantes y nocivos, preguntas en el interior de un circo romano color albero. Capeando historias e histerias dejan traslucir los párpados de un pez que mira hacia arriba. Comiendo papeles en blanco. Y no se muere. Como mucho duele un golpe de mazo en el vientre, pero no se muere.
Tras la última parada unos ojos de mujer se enganchan a su sombra.
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2 comentarios:
Uy aquí no hay nadie...
como que no.... lo que pasa que algo lenturcia ultimamente....sigo dando vueltas a tu espiral....mi pececillo necesita dejar de bucear.....
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