Loredhi revisa el contenido de su bolso cada vez que cierra la puerta de la casa, es una obsesión por haberse dejado las llaves, o algo olvidado; no sería la primera vez que vuelve a abrir por si se dejó alguna luz encendida, o la nevera abierta, el móvil, o simplemente para mirar, para cerciorarse …. volver a abrir y volver a cerrar la puerta y volver, aún habiéndolas utilizado, a buscar en su bolso las llaves de la casa. Eso no es normal, entonces Loredhi lo llama obsesión, y se queda conforme con la nueva palabra.
Loredhi sueña con los ojos entreabiertos, y sueña raro, sueña historias que no terminan, o si terminan Loredhi olvida los finales si son buenos. Nunca le gustaron los finales obvios y siempre buscó historias diferentes en las que hay perdedores y tramposos y gente sucia, historias en las que se muere el que nadie se imagina y pasan cosas que no tienen solución. Loredhi odia los finales felices y los puzzles terminados, las camas bien hechas, los zapatos brillantes, y muchas de las cosas que están bien en general.
Loredhi abre la puerta de la casa por segunda vez y se asoma a ver si se ha dejado la cabeza en la encimera de la cocina. Cierra y de nuevo mete la mano en un bolso buscando unas llaves que acaba de utilizar, no sería raro que hubieran desaparecido… hasta el asunto más evidente puede tener un final distinto.
sábado, 4 de abril de 2009
De obsesiones y finales distintos
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2 comentarios:
hago eso mismito de las llaves
sólo que yo miro una vez más estando en el ascensor
Srta. Tenochtitlán,
Y yo también, pero eso se lo cuento sólo a Usted...
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