jueves, 20 de marzo de 2008

Loredhi intenta integrarse

Loredhi escapa de los últimos restos de fuego, abandona una ciudad invadida por hormigas y por gigantes fumadores de pipa. Parece que al fin dejará de mirar extraño a los colores de los semáforos, a la gente, y también a sí misma, como cuando la otra noche fijó sus ojos en el espejo del cochino lavabo de un bar en el centro.

Loredhi ha caminado mucho estos días, con zapatos cómodos o no, con pendientes y sin, con su pesada bandolera verde a cuestas. Loredhi ha sonreído, poco abiertamente y mucho a medias, ha besado, ha conversado todo y nada, siempre con la extraña sensación de parecer idiota. Loredhi ha curioseado tenderetes y multitud de caras atípicas saliendo de las entrañas de la ciudad, de las alcantarillas, personas-cucaracha asomando sus antenas entre los barrotes de las vallas que cierran el puto noventa por ciento de las calles, y más...

Loredhi, juro que se ha esforzado en pertenecer a algo, como por ejemplo a una tradición, pero la realidad es que se siente extraña grado máximo y por eso escapa, a la montaña o a la luna, o quizá a su mirada más amarga, eso lo mismo da, y comprará para llevarse libretas y acuarelas y una pieza de barro blanco que apuesto no va a tocar...

Lordhi recuerda hoy cuando, hace un año, también contaba que escapaba.... era un día de primavera frío y lluvioso, y nada que ver con ahora, solamente lo referente a la acuarela.

martes, 11 de marzo de 2008

Hanna

Hoy Loredhi se siente tremendamente rara. Es la segunda vez que a Loredhi en el primer día de un nuevo trabajo se le muere un animal doméstico. Primero fue un periquito hace más de un año. Hoy Hanna, la pacífica ratona autista y neurasténica. Hoy Loredhi escribe de espaldas a donde lo hacía siempre.

Hoy Loredhi ha sufrido con el llanto de una niña al otro lado del teléfono y ha maldecido no poder estar allí, no poder apretar esas lágrimas contra su pecho y besando el pelo. El pelo de su niña. Y Loredhi ha maldecido también no encontrarse esas lágrimas que un día también derramó por un animal doméstico, ha maldecido tener aprensión al mirarlo.

Hoy Loredhi ha vivido de cerca pero de lejos la sensación del llanto limpio. Y se siente tremendamente rara.

jueves, 6 de marzo de 2008

Mujer con maleta

Acercaos: no nos ve.
Yo no sé qué es más gris,
Si el acero frío de sus ojos,
Si el gris desvaído de ese chal
Con el que se envuelve el cuello y la cabeza,
O si el paisaje desolado de su alma.”

Dámaso Alonso – Poema “Mujer con alcuza”.

Es la ciudad y anochece,
y va en la mano de una mujer
una vieja maleta de ruedas,
zigzaguea por el agrio amarillo que una farola dibuja
en el traquetreo de una sombra que viaja cosida
a la mano, al destino, a unas vías de tren
recogiendo los pasos de una mujer sola.

Y camina ya largo la maleta,
no, digo,
la mujer con maleta de ruedas pintando una línea amarilla,
rabiando de frío
apretando los labios
mordiendo por dentro la boca escocida de tanto murmurar las dudas.

Y atrás quedaron los gritos,
los niños espantando mendigos y palomas,
atrás quedaron las preguntas escritas en un pétalo
de una mariposa en el hombro,
atrás las personas y las casas
las cadenas con delantal y el mimbre,
como si aniquilara al reloj un paisaje de tren a través de una ventanilla.

Y se van,
se van los molinos de viento
los fantasmas blancos de papel
sacudiendo sonrisas, tierra
y cielo tras el cristal
a la velocidad de una burbuja.

Es la ciudad y anochece,
anochece sobre las caderas de una mujer que camina,
y rompe el silencio
la agonía de unas ruedas sobre la acera,
el traqueteo del tren recorriendo la garganta de una muda...

Camina sola una mujer con maleta triste en la mano derecha.

martes, 4 de marzo de 2008

De ideas fijas

Y es que Loredhi siempre fue de ideas fijas, pocas pero fijas. Estáticas, inamovibles, muchas de ellas carentes de sentido práctico y de comunicación…

Y es que si le da por no hablar no habla, si comienza a amontonar papeles no para, si se pone paciente hasta aburre, si se propone cambiar algo de su vida lo demora tiempo mínimo un año…

Y en sus listados de preferencias, odia completo los espejos, tener que sonreír a los adultos, la vida en comunidad, la televisión y de lo dulce el cabello de ángel; odia medio conducir, los abrigos hasta el suelo, el consumismo, los pelos cardados, y la raya de un ojo marrón pintada de azul; y odia a secas a las personas que no escuchan.

Y es que, como aquel primero de un año, todo en ella sigue igual… le continúan tiritando las manos cuando se pone nerviosa, caminando con la orilla de la falda descosida por detrás hasta que se lo recuerdan, con las botas negras viejas a toda hora, con las manos guardadas, con las uñas mordidas, con un cúmulo inservible de rituales que ya no le satisfacen, con las bombillas de la casa encendidas, con el cerebro ausente, con las manecillas del reloj como enemigas, con el pelo tan cortito, y con la esperanza de que hoy el día no sea distinto…

Y es que Loredhi sigue caminando lenta pero con prisas, que hasta en eso es puñetera.

Y la puerta seguirá siendo un misterio, y la noche un aliciente, el abrazo una utopía, y el caminar de la mujer una fuente de inspiración… Y tan sólo cambiará la nota el regusto al girar la manecilla de la soledad, al dar la vuelta al cansancio que ayer no le dejaba soñar en colores.