El mundo está invadido por caricaturas color carne que golpean las pupilas, Loredhi se detiene frente al monumento clavando sus zapatillas verdes sobre el techo del subsuelo que recorre el otro tren lleno de ratas... Hay ratas en Berlín, y Loredhi se sorprende mirando fijamente a una a los ojos y recomponiendo el atlas de desguaces que han recorrido sus huellas dactilares.
Por la tarde, camina Loredhi por la alfombra crujiente y seca, y al fondo un discurso, camina Loredhi contándose las pisadas y se mete las manos en los bolsillos, otra vez, y las uñas tan mordidas, otra vez... Reconoce en el suelo, en un pedazo de espejo, el ojo castaño de un habitante más del circo de saltimbanquis, de chimpancés moribundos encerrados en las jaulas de metal y mierda… y al fondo el discurso lamentable del feriante repartiendo números para la tómbola…. Le ha tocado un televisor…. y Loredhi imagina al ganador, un hombre una mujer cualquiera atornillando sus nalgas a la tapicería de un sofá… Le ha tocado una moto acuática…. y Loredhi imagina a un hombre a una mujer, cualquiera, chapoteando en los ojos de una enorme ballena, mamífera fuera de fecha…