miércoles, 30 de diciembre de 2009

Diez bajo cero

Los diálogos se situan en la mente de loredhi a lo largo de un pasillo corrido de vagón de tren, a oscuras. Los dialogos se situan en blanco y negro sobre el hemisferio derecho de un animal que camina sobre ruedas. En blanco y negro, los diálogos salpican humo tras los cristales, diez grados bajo cero, lapidarios dragones de metal en el origen. Los diálogos transcurren.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Rodaje

Las imágenes siguen rodando y Loredhi tose la angustia de sus pulmones. Una vena ancha y rojiza expande el aire que entra quebradizo por la tráquea. Loredhi emulsiona restos de memoria por la piel cuando está dormida y convierte a la noche en enfermedad mortal. Cuando despierta, Loredhi descorcha el jolgorio reinventado para brindar, solo eso, para brindar con los bufones mentiras mientras ella camina derecha hacia un punto azul oscuro dibujado en el limbo.
Loredhi ya no habla, lee del revés el sentido de las palabras y eterniza su ensoñación, cabalga con caballo de cartón piedra, y estira las piernas fuerte, ruda disconforme en sus maneras de animal. Loredhi se desconoce, Loredhi se niega cuando el demonio toca el arpa con sus costillas. Loredhi obtusa.

lunes, 26 de octubre de 2009

De costado

Te tumbas de costado y mi almohada. Me dejo caer sobre el borde de la cama y te miro que miras mi reflejo y no lo sabes, entornas los ojos, humedezco con la lengua mi dedo anular y la cremallera baja. Te miro en el reflejo y me miras. Escondes la sonrisa en el cubre que dobla tu lienzo bajo su mejilla y suspiras, hago como que no te escucho, hago como que siempre ha sido, hago que me he sacado las botas sola. Te miro de soslayo e insinúo un detalle de dolor al girar la cabeza y preguntarte. Te pregunto no sé qué cosa y me desdibujo de frente otra vez, te regalo la sombra de mi tronco, y te huyo de cara. Retiro el cansancio de una manera no disimulada y acaricio varias formas de cadera. Te miro en el reflejo de la ventana y no sabes que lo hago, y miras y sonríes y me intuyes y me dejas en pausa. Descubro mi espalda y sacudo la cabeza entonando la columna con intencionalidad.

El mentón se tiñe de orgullo y no lo has visto.

martes, 20 de octubre de 2009

Evocación y Silvio

Siempre Silvio siempre Silvio,
y aquel pasillo con forma de T,
demasiado estrecho,
demasiado húmedo,
al fondo la habitación azul.

El suelo brilla por el reflejo del alógeno
y la habitación azul.

El escritorio blanco,
una butaca de despacho de piel negra daba de mamar.

Silvio Silvio siempre Silvio,
aquel pasillo aquel,
aquellas voces del televisor al fondo,
ruidos de juguete, algún niño,
y aquella esquina aquella estufa con un calcetín,
y la habitación al fondo,
el escritorio,
la víscera a punto de caer,
aquel crepúsculo dominante
aquel retrato aquel,
aquel retrato azul de la montaña aquel.

martes, 6 de octubre de 2009

Preguntas

Para Lore

Qué te voy a decir
que tú no sepas.

Te plantas ante mí
absorta en los entumecimientos de tu mente,
sonríe el sudor sobre el labio,
lanzas tus flechas, colores despeinados,
singular apatía y sonrío,
¿qué te voy a decir?
que entre tanto cacareo me vuelvo ceniza,
que abortas el desamparo nocturno que me envuelve,
la sinrazón de mi crónico insomnio,
la estrechez de mis temores,
¿qué te voy a decir?,
que me desmiembro en los lugares ciegos que miras de manera inteligente,
que recuento un inventario de dolores cuando la luz se va.

Qué te voy a decir
que tú no sepas
poseedora del cáliz,
sabia dormida desarrollando pieles.

domingo, 4 de octubre de 2009

Evolución de domingo

Salvamos un domingo al descubierto,
la lucha de monstruos,
una larga cabellera de reloj,
trepamos por los muros,
fantasmas,
sacamos las espadas para herir de muerte al prójimo,
tocan las teclas del piano sobre mi frente,
cerciorarnos de que sufre.
Salvamos la tarde a un domingo sin alas,
al papagayo de piel lisa que nos revuelve las tripas,
torcemos el gesto, acribillamos mosquitos con las pestañas,
hemos relamido el poco tabaco,
la casa suda,
robamos las cerillas de los estancos para quemar.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Te observé mientras te ibas

Caminas solo, gobernante de silencios, titubeas en las distancias cortas y en los pedazos de aquel océano por salvar, en las ramas de aquel paraíso que latía mientras el mundo rodó. Y ya no. Todo es horizontal mientras caminas, solo, recreas en tu cabeza flores que se fuman en almíbar, masticas vértigos, tecleas pasos sobre pasos sobre verde hierba, sueños de niño asmático asfixiando un beso transparente de sirena.

Caminas solo, radiante en tu negritud de huella, y unos ojos en el fondo de tu cráneo torpedean diapositivas, de color azul, de color rojo y azul de sal, y tu sombra se va, invadiendo las espaldas, y retumban en la antesala de tu pecho los tambores de un hechizo, y caminas, y en la mano un corazón moribundo, gotas de sangre sobre botas de hombre que camina solo.

martes, 15 de septiembre de 2009

Tarde de martes

Hoy es martes, parece jueves, la semana está siendo tan larga. Demasiado frío para un mes de septiembre de año impar. Esta tarde amenaza lluvia. Tomo algo caliente en mi taza blanca, y la mesa de la cocina ya no gira.

Tracy Chapman amortigua el zumbar habitual de mis oídos, crónicos enfermos de la sociedad. Me acuerdo de Margaret, de lo mucho que charlamos este verano, de que me debe un mail. Me acuerdo de mis otras muchas locas, cuerdas que cuelgan con los cabos de colores desde mi cielo, que me sujetan cuando hago un amago de caída. Y siempre es broma, no hace falta repetirlo. Me acuerdo de esas sonrisas lúcidas estrellando anti rutinas contra los muros, dardos contra el horizonte de lo distinto, desmembrando frases sacadas de un tiesto, palabras que hacen descascarillarse los restos de esqueleto que me queda en momentos ridículos, esos que tú y yo sabemos.

Me acuerdo, y a menudo intenso, de esas brujas de colores que me lanzan cuerdas desde sus guaridas.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Septiembre


El mes de septiembre amanece derretido sobre el verano. La ciudad se ha inundado de motores y el calor acobarda hasta a las ratas de la Gran Vía. Loredhi siente temor a lo que se avecina. Una semana antes el asfalto iba y venía con personas solitarias, familias insultantemente unidas comprando libros de texto, apurando las sudadas chanclas y las camisetas sin mangas... ancianos con cartillas de la seguridad social cruzando las calles solos, estudiantes con barba y cara de esos diablos que no duermen.... Pero hoy ya es septiembre, y las personas ya no caminan tan solas, se han multiplicado, y las familias se tambalean, y los ancianos cruzan el paso de cebra con miedo, algunos estudiantes se han afeitado hasta las ideas. Siguen las odiosas canciones en el hilo musical de aquella tienda, las mismas noticias estúpidas en internet, los coleccionables de naturaleza imposible, el ruido. Comienza el tráfico de borregos.

Esta ciudad es para los moribundos, sólo salva su dignidad a la luz de las farolas de la noche. Loredhi entonces vaga por las avenidas e intenta sonreír, y levanta la cabeza... le duele todavía tanto el cuello...

martes, 1 de septiembre de 2009

Una loba aúlla serenatas en tiempos de guerra

Una loba da vueltas en torno a una hoguera,

sus pasos regulares, enfermizos,

armonizan el vacío

ese silencio que da la oscuridad.


Una loba huele, vacila,

levanta el hocico y revienta en la intimidad a la luna,

mira fijo y dilata las pupilas al máximo,

caza su propia respiración.


jueves, 27 de agosto de 2009

Huecos


Un hueco hace luz en el límite de la orilla,
las huellas de un caníbal arañan la sombra que viene de lejos
o se va.

Un hueco invade el funeral de la lluvia sobre el alquitrán que hierve,
se apaga una vela,
la danza del humo ya no suena a melancolía,
la danza del humo ya no suena a canción triste de kamikace oscura.

Una sombra planea,
un cóndor abre las alas y atraviesa capas de la piel que ya no caben en una sola mujer,

sólo se oye el mar.

jueves, 9 de julio de 2009

A veces viene la tristeza

José Ángel Valente

A veces viene

desde la tierra misma la tristeza,
viene desde el amor,
desde la ausencia del amor,
desde la piedra o el vegetal al hombre.

A veces está ahí oscura o despedida
por un pecho inocente.
A veces viene la tristeza de un lugar o del aire,
de la amistad caída o de un nombre vacío.
del sueño o de la infancia,
de una palabra que no pronunciamos,
de lo que creímos y ya no creemos,
de la esperanza y la desesperanza,
de la dura corteza del amor.

A veces viene la tristeza.

A veces hay en la tristeza odio,
ausencia y odio,
ceniza y rostros olvidados,
viejas fotografías y silencio
y una larga desposesión.

A veces viene, irrumpe
como un don invertido,
como un don que se da y no se recibe,
como lo nunca dado a la esperanza
o lo que, en fin, se acepta y da, pero no puede vivir.

A veces viene.
Viene o está.
A veces hay en la tristeza odio
y arrepentimiento y amor.

miércoles, 8 de julio de 2009

Árbol negro

Photo by Christian Coigny

"... que cuando todo te hierve

una estela de hielo se esconde entre los labios". María Peiró


Me perdonas

que cuando todo me hierve

una estela de hielo se me esconda entre los labios,

que amordace las palabras con escarcha me perdonas

que esté seca de gemidos,

que no aúlle ni siquiera por las noches cuando aúllan las estrellas,

que entre terca en esos sueños que golpean a mi almohada

y adormezca las ideas en pantanos desbordando los colchones.

Me perdonas, que no me vuelva mientras camino tan derecha que doy miedo,

tan derecha que ese temblor de hoja que es muy mío no se note.

Me perdonas que no me abastezca de caricias,

que salude a aquella anciana, servicial, que le ayude a cruzar

y que no vea que las migas van cayendo del bolsillo.

Me perdonas por lo altiva y militar

por lo insolente de mi lengua afilando pupilas a las seis de la mañana,

me perdonas,

que no parpadee,

que no respire,

que mientras la nostalgia rebate voluntades

crezca un árbol negro dentro de mí.


lunes, 6 de julio de 2009

Matryoshka


Inmóvil como una matrioska de madera sola comienza el descenso bajo la piel. Es la madre primera. La huérfana.

Bajo el oscuro rincón se abre la primera capa, una sonrisa forzada se pinta agridulce y recibe la sacudida de olvido. Es la madre segunda. La desarraigada.

Se abre lateral la enorme barriga y asoma un corazón sangrando coágulos con forma de navaja de media luna. Es la madre tercera. La visceral.

La sal empapa la cicatriz, un torrente de diminutas lágrimas heladas calcifica otra figura. Es la madre cuarta. La melancólica.

Una pequeña y maciza asoma sacando la lengua. Es la madre última. La puta.


viernes, 26 de junio de 2009

Presentación hoy


Loredhi ha sido invitada a la presentación de la Antología 23 Pandoras.
Gracias chicas por vuestra confianza,
comparto muchas de vuestras miradas.
Un placer.

miércoles, 24 de junio de 2009

Genética

Loredhi camina remolona por las cuerdas de la existencia. Se ha comprado una libreta roja con goma para cerrarla, y con su bolígrafo de la bandera de Alemania va a hacerse listas de cosas. De cosas muy variadas, pendientes de hacer, que ya suman más de mil... Siempre ha sido un poco exagerada. Eso es cosa de un gen. Y es que Loredhi colecciona genes por parte de padre y por parte de madre.

Por parte de padre el gen de la mala leche destaca entre otros, y el gen de luegonosoynadietepidoperdón también, el gen de la cocina, y el de la verborrea en momentos muy determinados. También el de los celos y el de lo familiar. Y el de culona.
Por parte de madre domina el gen de la fertilidad, accidental o no, el gen de lo discreto y el gen de piel marrón. Y el gen de la siesta, el gen de la torteta y el de que te baje la regla el día de la boda...
El gen de lo exagerado es de papá.

Se hace un batido y sale Loredhi.

Y al final será todo cosa de sumar.

martes, 16 de junio de 2009

Escenarios

Una mujer habla sobre la tapia de un hogar de huérfanos,
levanta los brazos y sólo la luz analiza su vértigo,
las piernas enloquecen y se frena el aire sobre la boca
de la mujer y los niños abajo juegan,
pelean por un camión de bomberos amarillo
óxido de lucha y de mocos y de humedad en las manos.
Una mujer calumnia y tres soldados sellan con cemento las plantas de sus pies,
abandonan al animal

otro huérfano.


Una mujer y la tortura de un ladrillo sobre la mesa
,
el mantel de cuadros y esa señora harta de lágrimas de cebolla.
Una mujer enhebra sombras y dudas
y se tumba sobre la arena de la playa,
calcifica los pensamientos
y se duerme,
mientras, los ojos, encierran la edad de los nueve y los gritos de otros niños,
el sonido de las palas que juegan y el mar,
y se mece la mejilla contra el sol.
Una mujer planea,
cuatro techos sobre el mundo que parte las alas
un tendido eléctrico y cae desmembrada sobre el asfalto,
escenario del teatro que llamábamos cielo.

sábado, 13 de junio de 2009

Último poema

Aquí termina la andadura de una hembra sin correa,
el aliento de un mar reventado en lágrimas
en gritos detrás,
aquí se escapan los ovillos de lana hirviente,
el fluir del hilo rojo por la escalera,
la cascada de vacilaciones y un golpe seco contra la pared.

Aquí se termina,
se quita la mordaza el Insulto que derrama sal por la letra mayúscula,
que contrae la cavidad a su pregunta y

extirpa pedazos de cielo sin anestesia,
aquí cede, el interrogante en prosa,
la existencia de un planeta de baobabs que no se riegan,
el camino de baldosas amarillas recorriendo piernas vírgenes
y la carcajada nacida en un beso que voló...

Hasta aquí la última frase,
el suspiro,
el resquicio del olor a hembra cuando fuma,
el suicidio colectivo de un ejército de nervios con los extremos en flor,
la última lágrima de azufre sobre el pómulo de la tristeza.

lunes, 1 de junio de 2009

Loredhi da vueltas II

Loredhi da las vueltas como si fuera zurda,
descompone las manecillas del reloj en sentido contrario
y fuerza con los dientes la maquinaria de la caja de música.
Loredhi arregla juguetes metálicos en sus ratos libres,
y muchas veces se equivoca,
y muchas veces se despereza mientras el agua en la cocina
hierve.
Loredhi estaciona su esqueleto en cualquier pared meada del barrio
y se vuelve autista,
y se vuelve canina,
y muda revienta el globo de oxígeno que le cubre la cabeza
llenando el suelo de plumas...
Loredhi creció en una manada de lobos,
convoca espíritus los últimos días pares del mes
y se viste de caníbal para las estrellas.

Loredhi acaricia el teclado y las yemas de los dedos ya no giran.

lunes, 25 de mayo de 2009

Urgencia

La velocidad se apodera de Loredhi. Conduce con la rapidez de los demás y no piensa en sus propios movimientos. Muros con carteles de conciertos y espectáculos derraman restos de cola y palabras pequeñitas que casi no se entienden. Loredhi lee y siempre queda aquello en un ya iré, porque a la semana siguiente, no, al día siguiente, los carteles han cambiado y la cola sigue chorreando por abajo y Loredhi nunca ha ido. Y siempre le da frío aquella pareja en moto.

La velocidad hace que Loredhi sienta en urgente y que quede todo en un ya será, hoy no da tiempo. Y un semáforo en rojo ahorca los segundos y el tiempo se muere y los hombres están parados. La velocidad de Loredhi baraja naipes que nunca se equilibran, que perdieron la oportunidad de ser castillo y derrumbarse, corta la respiración con tijeras de manicura y sangra por la punta de la lengua.

Pum pum pum sesenta así y el minuto muere, y queda azul y frío y seco, y nace uno nuevo con el verde de un semáforo triste.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Zapatillas verdes y rojas


Hace más de dos años que Loredhi se compró sus zapatillas verdes y rojas. Se enamoró de ellas mirando un escaparate de la tienda surfera que había al lado del ballet. Por aquellos tiempos, Loredhi era una buscadora de señales obsesiva, caminaba de un lado al otro de las avenidas como una peonza, dentro de una burbuja. Se recuerda color sepia, como en una foto antigua, que transmite, pero que no siente. Compraba libros y ropa de manera compulsiva, escribía poco y con dolor, no hablaba.

Las zapatillas verdes y rojas lucían en el lado derecho del escaparate junto a otras chancas bonitas y deportivas tipo chic, collares, cazadoras, llaveros, bermudas, pulseras, y zapatillas. Eran lo más. Loredhi se enamoró de ellas como quien se enamora de un color concreto de mar y punto. Las zapatillas verdes y rojas de Loredhi le sacaron los pies de la burbuja y estiraron hacia abajo fuerte.

martes, 19 de mayo de 2009

Loredhi da vueltas I

Loredhi se mareó cuando era pequeña en una feria de pueblo, esa tarde vomitó toda la horchata que había en el mundo. Esta ha sido la primera y la última vez que Loredhi ha vomitado. Toda la horchata salió por una boca de niña que pensó que se lo podía pasar bien subiendo en una taza que daba vueltas sobre sí misma, y también sobre un eje central, al ritmo de una música hortera. Cuando aquello comenzó a moverse, Loredhi supo que lo iba a pasar mal pero era tarde, las primeras sacudidas y las manos se aferraron al metal... Y Loredhi solo recuerda

vueltas,
cielo,
vueltas,
azul,
el aire,
gritos,
verde manzana y rosa en otras tazas,
bocas abiertas,
cielo,
gritos,
aire,
las vueltas,
azul,
ojos cerrados,
sirenas,
no hay cuerpo,
hay un puño dando vueltas y estómago…

muerte.


domingo, 17 de mayo de 2009

Zapatos

"...y que sangren las aceras aunque vagues dentro de una huella impalpable. " Paloma Angel

Que camine el ciego, y que sangre sus pisadas el latido,
que escupa lo que queda de malo la acera que arde insomne bajo el vertical del muslo. Que sangre sordo el deambular de una digestión de agua, de polvo triturado con las muelas, que busque un par al niño que busca en otro par a la madre.
Que la nostalgia se sude entre las sábanas, es la marca de un sueño en la esquina de un libro de noche, y que vaya y venga tu cincel, vaivén de ritmos enarbolando un resquicio de llamada, de humanoide lúgubre sentado frente al lago y tirando piedras y contando los anillos que se forman hasta llegar al número par del otro zapato que aún duerme.

lunes, 11 de mayo de 2009

Soliloquio

“Cómo llenarte, soledad,
si no contigo misma” Luis Cernuda

Cómo llenarte soledad,
cómo inflamar los alveolos de tu pulmón
sin formar una sangria de silencios,
cómo calibrar tu envergadura de palabra
femenina, soledad.

Cómo llenarte soledad,
cómo llenar tu pulmón de kilos de vacío
sin hacer una matanza,
cómo si tus cavidades no tienen puntos de sutura,
si tu densa pesadez se escurre entre las grietas de mi mano,
si eres larva si eres madre si eres padre y naces de ti,
cómo llenar tu sueño.

Cómo llenarte soledad sin temblores,
sin que se quiebren las nubes
que las alas de gaviotas ebrias crean,
cómo llenarte de mí si eres embrión y orígen.


viernes, 8 de mayo de 2009

Funámbula

Loredhi observa cómo el mundo se mueve, siempre lo ha hecho, pero quizá de una manera inconsciente. O no. Ahora le cuesta reconocerse en gestos antiguos, Loredhi ya no mira fotos, las recuerda, a Loredhi le cuesta entender palabras como solidaridad o afecto, le cuesta intercambiar flores, le cuesta estar.

Loredhi vacila en una cuerda sujeta por dos troncos, … al fondo se oyen los tambores, y se dibuja a sí misma haciendo el número de circo. Pero no es ella. El sol calienta su cráneo y estimula la imaginación y no es ella. Loredhi vacila y se cae, y se tumba boca abajo y saca la lengua para sentir cómo sabe el césped a esas horas de la tarde. Sabe raro. Loredhi entonces se gira y cierra los ojos y piensa que las nubes no son sólidas, que las cigarras se van con los ladridos. que no sabe qué le cuesta más, pisar el vacío o pisar el suelo.

jueves, 7 de mayo de 2009

Médula espinal

Eres médula en la oscuridad de una curvatura,
látigo interno flagelando el sueño,
médula muda envuelta en reflejos grises y
blancos que salen del pentagrama
y ramifican unos dedos que tiemblan si les falta oxígeno.

Eres médula, compás de voz trazando idas y venidas,
crepúsculo urbano de paseos mirando al techo
prófuga en el manejo de los instintos,
médula macerando colmillos en la noche,
en el pliegue de la nuca hasta el lunar,
columna en la distante estructura
impulso para el goce,
médula soberana en la espina de un diamante.

martes, 5 de mayo de 2009

De noches y miedos

Sí, no hay nadie, al menos desde mi balcón parece que no hay nadie… los motores son ficción, y yo con la maldita manía esquizofrénica de no acostarme hasta las veintiséis…

No hay nadie, aquí yo con el tac tic de una teclas compañeras de desidias, de laboriosos entresijos para no llegar a nada…

Las plantas están muertas, la televisión está muerta, mi imaginación está muerta… sólo resiste el cuerpo, que acude infatigable a la llamada de los murciélagos, seres ciegos que chupan la sangre del que está solo, e incierto.

Mi hermano me va a pintar un cuadro y me pregunta por mis colores preferidos, yo pienso en que ahora me da miedo coger a un bebé y que cuántas cosas han cambiado desde entonces, después pienso en volar en avión y el miedo que me sigue dando, en que no tengo una libretita para escribir, en que hoy tengo la cara de la mala leche y no me gusto, y después, para relajarme pienso en mis colores preferidos, y son tres, azul, rojo y verde, pienso en mis zapatillas… pero hay uno más, hay un cuarto color que no estaba, el naranja, y entra entonces el miedo a romper el círculo de las equivalencias…

miércoles, 29 de abril de 2009

Survival news

Las esquinas orinan el aburrimiento de los perros caniches y de humanos con pelos en la planta de los pies,
rostros ambiguos se giran y el paso de cebra se abre en el centro de la piel ciudad,
las cicatrices se suturan con los cables de la luz, y ya no existe ninguna mariposa viva...
Robots que finjen dar órdenes conservan en formol el último excremento del hombre más viejo del censo,
oxidan los pensamientos largos y escupen sobre los tréboles tornillos con forma de lágrima.
Los grafitis gotean sangre y son engullidos por la piedra pared que fue su madre
y las plantas carnívoras vomitan bulímicas litros de alquitrán sobre la acera.

lunes, 27 de abril de 2009

Sed

De salitre se ha teñido el metal de la niña bicicleta,
los pedales que apresuran el canto de baldosas,
el círculo animal dibujado en la piel,
de salitre perlas en salmuera líquida macerando pechos,
metal vicioso del carmín en las pestañas,
sangran las voces del extremo de una falda y
pedales urgentes replican salmos,
labios salitre apuran un rubio y escupen el humo por las tibias.

martes, 14 de abril de 2009

Yo me declaro

Yo me declaro mujer caballo de tu angostura,
me declaro sangre,
diástole de tu ritmo cavidad del arco.
Yo me declaro capítulo de tu lengua,
mujer en círculo caníbal del omóplato que te enfunda.

Yo me declaro hormiga
funeral de pan sobre el mantel,
me declaro cirujano biliar del mundo
mujer cirujano biliar
yo me declaro reflejo,
abatido
doliente
me declaro despojo…

Yo me declaro amazona
virgen oscura piedra bruta,
me declaro zaguán de los pasos,
mandolina sobre un colchón de cuerda.

Yo me declaro vino,
macero de la burbuja
rojo y sangre me declaro,
diástole de tu ritmo cavidad
mujer caballo de tu angostura.

sábado, 4 de abril de 2009

De obsesiones y finales distintos

Loredhi revisa el contenido de su bolso cada vez que cierra la puerta de la casa, es una obsesión por haberse dejado las llaves, o algo olvidado; no sería la primera vez que vuelve a abrir por si se dejó alguna luz encendida, o la nevera abierta, el móvil, o simplemente para mirar, para cerciorarse …. volver a abrir y volver a cerrar la puerta y volver, aún habiéndolas utilizado, a buscar en su bolso las llaves de la casa. Eso no es normal, entonces Loredhi lo llama obsesión, y se queda conforme con la nueva palabra.

Loredhi sueña con los ojos entreabiertos, y sueña raro, sueña historias que no terminan, o si terminan Loredhi olvida los finales si son buenos. Nunca le gustaron los finales obvios y siempre buscó historias diferentes en las que hay perdedores y tramposos y gente sucia, historias en las que se muere el que nadie se imagina y pasan cosas que no tienen solución. Loredhi odia los finales felices y los puzzles terminados, las camas bien hechas, los zapatos brillantes, y muchas de las cosas que están bien en general.

Loredhi abre la puerta de la casa por segunda vez y se asoma a ver si se ha dejado la cabeza en la encimera de la cocina. Cierra y de nuevo mete la mano en un bolso buscando unas llaves que acaba de utilizar, no sería raro que hubieran desaparecido… hasta el asunto más evidente puede tener un final distinto.

lunes, 30 de marzo de 2009

Marcha

Vuelvo los ojos y la tierra quemada,
la inmensidad y un reguero calcinando hojarasca que se aleja,
irremediable, pasiva,
todavía el humo,
la ceniza se levanta cada vez que mis ojos vuelven
y un pájaro lanza desde el cielo una flecha,
preludio de una canción que no llegamos a escuchar.

Vuelvo los ojos y veo la espalda de un árbol
que separa raíces polvo retumbando el suelo,
vuelvo, y los ojos se hacen agrios,
deshojan pétalos de la margarita que quedó,
otro muerto, otra nostalgia más a adornar la estructura de un gigante
pariendo un paisaje amarillo,
cemento y noche, y bruma...

Vuelvo los ojos y el paisaje asolado,
un duende burla el hilo rojo
vuelvo y una multitud quema las cortinas del cielo,
y el torso se desdibuja bajo el buitre que ronda los restos
y extirpa babeando su propia inmundicia.
Y vuelvo la mirada, y a mi lado un túnel,
y no puedo tocar a través del cristal que esconde la marcha.

Vuelvo los ojos y me nutro sed de un terreno aniquilado.

martes, 24 de marzo de 2009

Rincón del pino




Pocos días bastan para que las zapatillas de Loredhi se empapen de infancia, de piedra de rodeno, del aire que entra por el rincón del pino donde el abuelo tomaba el fresco.

En verano, el abuelo se sentaba en su hamaca de nylon rayada, modelo años setenta. Tenía un porte elegante, por su delgadez más que por su estatura.
En verano, el abuelo calzaba sencillo zapato cerrado de rejilla, y vestía pantalones grises de tela fina y camisa celeste de manga corta; unos brazos enjutos y siempre morenos lucían su reloj de oro. Loredhi recuerda sus gafas gruesas y de cristal ahumado, y su olor a colonia de hombre, y esa cara agrietada que inspeccionaba minuciosamente cada vez que se acercaba a él. Mientras los hermanos besaban al abuelo, ella se quedaba a un lado, siempre cerca, observando sus mejillas tostadas, la austeridad de su gesto. Miraba a través de las gafas gruesas, curioseando cómo vería el abuelo, y le llamaba la atención el amarillo de la nicotina en el dedo índice de su mano derecha.

El abuelo tenía un porte elegante, sobrio, siempre sonreía cuando ellos llegaban, pero lo hacía brevemente. Una vez al día, y después a jugar, bien lejos, no hay que molestar al abuelo que toma el fresco sentado en una silla de nylon rayada estilo años setenta en su rincón del pino.

jueves, 12 de marzo de 2009

Callejeando II

Empiezan a cortar las calles por las que camina Loredhi. Todavía no hay gente y por las noches las calles cortadas le parecen escenarios de un rodaje de película urbana, con las carpas blancas durmiendo sobre el asfalto. Eso le gusta, eso es lo único que le gusta de las fiestas, las calles nocturnas de los días previos, sin circulación y sin personas.
Loredhi camina mirando hacia el suelo y encuentra una moneda de dos céntimos en la acera, brilla la moneda y Loredhi se agacha a cogerla, se la guarda en el bolsillo y piensa que, en los tiempos que corren, es una suerte que una moneda de dos céntimos te sonría desde el suelo. Loredhi es supersticiosa aunque lo niegue todas las veces que se lo pregunten.
Loredhi camina ligera porque está contenta con su moneda, incluso olvida el jodido dolor de espalda. Los tacos de sus botas siempre hace más ruido del normal y retumban y no se imagina Loredhi caminando sin sus botas ya.
No hay nadie por la calle y los coches descansan aparcados de cualquier manera. Eso es lo único que le gusta de las fiestas, las calles sin circulación y todavía sin personas.
Cuando llegue la marabunta Loredhi se irá a la montaña a mirar hacia donde era pequeña, pero eso será en unos días, todavía no. Por ahora Loredhi sigue callejeando y mirando raro a la gente y a las cosas, y sintiéndose lo mejor y lo peor en intervalos breves de tiempo.

A menudo Loredhi desea dejarse la cabeza sobre la almohada y salir a pasear así, sin pensar.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Callejeando I

Loredhi callejea todos los días.

Se mira de perfil en los escaparates, siempre disimulando porque odia la coquetería que lleva implícita, o vuelve la cabeza siguiendo una prenda interesante, o, si llueve, observa cómo se levanta el agua con el impulso de la punta de sus botas y encoge los hombros, como si las gotas le dolieran al caer; todo el mundo encoje los hombros cuando llueve, al menos en esta ciudad tan jodidamente seca.

Esta mañana llegando al trabajo una paloma ha rozado la cabeza de Loredhi, y ha hecho ese ruido que hacen las palomas de ciudad que es como un ulular azul petróleo y sucio, y Loredhi ha dicho maldita paloma japuta quesustomehadadodebuenamañana, y luego ha sonreído al comprobar que no le había cagado en el hombro, y es que no sería la primera ni la segunda vez que una paloma defeca en el hombro derecho de Loredhi.

La poca distancia que existe entre una sonrisa y una mierda de día, está en el diámetro que ocupa una caca de paloma de buena mañana sobre el hombro derecho de una mujer que se sabe coqueta, aunque no le guste.

jueves, 5 de marzo de 2009

Pasos

La noche oye pasos, otra vez, en la cocina,
espuelas que golpean las sienes,
que hunden el oído derecho en la almohada,
la noche oye pasos,
alguien busca en el cajón de las pesadillas un cuchillo,
los movimientos ligeros,
puede ser un hombre
una mujer flaca intensa,
una mano recorriendo el vello de la semidormida, un escalofrío puede ser
la noche, oye pasos, otra vez, en la cocina,
no hay nadie más en la casa
nadie más, el colchón ahoga el oído sobre la derecha,
pasos que se detienen,
el llanto de un niño que habita detrás de los muros de la mujer que no mira,
que permanece inmóvil,
en silencio,
respirando su respiración contra la sábana,
llorando el techo del paladar,
manchas de sangre y una almohada que ha dejado de latir la noche,
oye pasos, otra vez, en la cocina, otra vez el niño llora, detrás, otra vez el frío…

jueves, 26 de febrero de 2009

Esbozo de los sueños

Son los sueños figuras cotidianas embadurnadas en betún
soplando castillos de humo,
merodeadores declamando ebrios en un solar urbano,
termitas recorriendo la garganta del gato persa,
un sonámbulo desnudo a la puerta del wc woman…

Son los sueños recortables,
surtidos de marionetas pudriéndose de polvo en un estante equivocado,
carreteras que no terminan en stop,
voayers palideciendo un invierno
y sobre el metal de la ventana el hambre…

Son los sueños el endecasílabo que no suena,
el viaje hasta el punto del planeta donde no hay gravedad
que tira al fondo,
animales que miran recto a la manzana
tiradores franco en la azotea gris,
sueños son los capullos que no se abrirán cuando termine la noria.

domingo, 22 de febrero de 2009

La soledad

La soledad huele a respiración quieta,
a unos ojos entornados asomándose al balcón del edificio,
a unos labios que rehúyen del carmín en el espejo, otra vez,
la soledad huele a miedos reencarnados en dolores,
a la palabra exacta que no brota del gaznate de la musa.
La soledad huele a tierra y a su lenguaje crujiendo en vertical,
al tachón número uno en un calendario de mesa,
a gárgolas burlándose de la caverna del insomne.
La soledad no duerme, habita en la entrevela de la sangre,
tiene forma de guante que aprieta de cintura para arriba,
el sabor de piel lejana que esconde entre gemidos un televisor en marcha,
tiene forma de tortura que rasga el pulmón izquierdo de manera esquizofrénica, otra vez.
La soledad es de noche todo el día,
tose cuando no la ven
es seca y hace lágrimas de cera,
es la ausencia de sonidos
cuatro paredes y una imagen para guardar en el fondo de una retina opaca.

viernes, 20 de febrero de 2009

Collage de adulto

De la infancia solo sé de un pájaro herido,
de costillas temblorosas golpeando las falanges de una niña,
de la infancia es una boca abierta
una bofetada en el envés del alma,
un camino sin relieve sobre las mazmorras del hígado.

De la infancia es un collage de revistas en las transfusiones de una virgen,
los colores malva y miedo en el pasillo,
los secretos encogidos en las noches de los puños
y es el grueso de una manta lo que calla la cisterna,
de la infancia son los ojos paseando las narices
de un adulto gélido a la llama del colchón que mortifica.

De la infancia no sé más que verde hierba en las nalgas del sol,
puzzles desmontados y una mantis en la rama de mentiras de pinocho,
es de infancia la matriz de un bocadillo pariendo en plata y sed las dos caras de la luna…

jueves, 19 de febrero de 2009

Cuesta arriba

A veces cuesta desviar el lagrimal hacia el lado de lo urgente
y no avivar la sensación de frío,
cuesta revolotear sobre la decisión de tropezar dos veces
y no abrirse las venas con las cuerdas de un teclado,
a veces cuesta callejear desde el colchón
cada dos horas de sueño una pastilla para dormir con luz,
cumplir el calendario intransigente de una hormona,
descifrar el entresijo de palabras en un jardín zen y deshojar la margarita,
a veces cuesta salir de unas manos de leche de burra domesticada en vano,
adivinar un silencio,
parir dos fonemas seguidos y en la pereza reconocer un circo triangular,
a veces cuesta sacudir enteros contra las paredes
sin turbar la punta de una pluma de paloma.

A veces cuesta desviar el lagrimal hacia el lado de lo urgente
y no avivar la sensación de frío...

martes, 17 de febrero de 2009

Imagina

Tú, que cruzas la calle con un animal atropellado en el bolsillo
con la máscara de verdugo cosida al antebrazo,
de demonio encajando bolillos de rutina bajo la mesa,
tú, que desarmas la cintura de una decisión
cabalgando en un borrico
de culo gordo,
lento como un almanaque,
que barajas las direcciones
aparejador borracho de tinta,
que calumnias
que en voz baja
que sigues….

Tú, que cruzas la calle y cruzas de trabajo
y cruzas tu obsesión de asesinar animales domésticos,
que cruzas todo lo larga que es la luna acostada,
dime
adónde vas,
hacia dónde diriges el vuelo de tus alas rotas,
hacia dónde tus pisadas,
matarife de mascotas
suicida putero y
único ahorcado en el luminoso del número catorce de la avenida...

Abre los ojos,
¿imaginas lo difícil de ser inválido y no saber dónde estás?.

lunes, 16 de febrero de 2009

Loredhi y la TV

A Loredhi no le gusta ver la televisión.

Desde aquellos tiempos en que tenía que consensuar entre tantas personas el programa a seguir, sin llegar a acuerdo, Loredhi decidió que no valía la pena el esfuerzo y se alejó progresivamente de la TV. Por ejemplo, nunca siguió series como aquella de los jueves Luz de luna que las compañeras comentaban, ni tampoco vio películas de corte picante como la de Nueve semanas y media…

Hace dos noches Loredhi hizo dos cosas poco habituales en ella: darse un largo baño de espuma y casi quemando, y sentarse a ver la televisión. Era Viernes y Loredhi terminó apagando el aparato aterrada de tanto malo. Solo le consoló pensar que era un día Viernes, y que seguramente cientos de miles de ojos estaban esperando en sus casas a que alguien les mostrara cómo se puede estar peor.

Sin comentarios.

viernes, 6 de febrero de 2009

Fin del trayecto

La mujer camina lenta, arrastra maleta de ruedas azul marino hacia un hotel, es la primera vez que la mujer de la maleta de ruedas se aloja en un hotel sola. Por las piernas le bajan las ganas de cerrar los ojos y muere el alborozo de unas ruedas sobre la alfombra roja. Ha llegado. El hall es claro y rojo, rojo es como la sangre que baja lenta, como la mujer, hasta el zapato… No hay luz…

Querida, hace tanto que no me miras,
hace tanto de tu mirada líquida sobre mí,
te observo de lejos…


La mujer cabizbaja enseña su bono en la recepción del hotel, dos mocasines brillantes le conducen hacia el ascensor, son los últimos pasos de una marioneta de madera. Fin de la primera escena. Le abre la puerta de la habitación… adios adios adios gracias… La moqueta abriga la poca vida de su sombra, la moqueta es del color de la arena de un volcán, la moqueta es lava, llamas en la entrepierna... No hay luz…

Te observo de lejos,
hace días que mortificas los silencios detrás de tus pestañas,
con los labios sellados, mordiéndote las uñas, qué se yo…
hace mucho tiempo que me evitas.


La mujer deja caer sobre la cama su bolso agotado y cierra el asa de la maleta, clic. Se tumba boca arriba y mirando las bombillas recuerda cuando jugaba a que el mundo era al revés, y que el techo era el suelo, y que había que saltar para pasar y que hacia dónde se abrirían las puertas… Imagina que eso fue, que se murió con la niña que se tumbaba boca arriba en un sofá de piel verde. Imagina ahora cómo poner el mundo al revés sin que medio mundo aplaste al otro medio … Imagina que no estuvo ese sofá, duele...

Hace mucho tiempo que me evitas,
hace tanto que no sueño, querida, que lloro seco y gimo,
hace tanto de aquel cielo libertador en las puntas de tus dedos, hace tanto mujer corriente de eso de ti y de mí…


La mujer se sienta, abre el bolso y saca libros llenos de papeles, cruza las piernas sobre la colcha, mira adentro y recuerda la navaja luna clavada en la raíz de la columna vertebral, ahora no…

hace tanto mujer corriente de eso de ti y de mí…

La mujer abre libros abre las hojas dobladas en cuatro puntos cardinales. La mujer lee, toca, huele, lame… muere…

hace tanto mujer corriente de eso...

no, ahora no, déjame llorar.

… ayer, en tu búsqueda áurea, recordaste dos frases, miraste,
miraste y después vuelta a tu cloaca, bella huidiza… con desdén.


La mujer castiga al lagrimal hasta hacerlo explotar de rabia…

Y aquí me encuentro, viejo, encefalograma flácido escribiendo sobre la pared blanca de la última estación…

… Caen gotas sobre el montón de papeles de la mujer entre las manos. Caen gotas rojas como la alfombra que ahogó el traqueteo de unas ruedas de una mujer que lleva una maleta sola.

domingo, 25 de enero de 2009

Reinvención

Loredhi acerca las brasas y se reinventa de fuego. Loredhi se imagina mujer, y es de color naranja, y su piel es como el lomo de una vara de madera tostándose en verano.

Loredhi nunca juega a contar hasta cien hacia delante y después hacia detrás porque tropieza y se cae. Nunca llega nunca… como en aquel sueño recurrente de no llegar … como el aquel juego de retorcer un alambre hasta formar una letra fría.

Loredhi acerca las brasas y se calienta las manos, simula abiertamente la sofisticación del silencio tras una mala educación... reinventa las llagas del cosmos y después se queda igual, torturando al paladar de mutismo.