lunes, 20 de octubre de 2008

Loredhi viaja

Loredhi subió a un tren y recorrió sus pasillos sorteando las sombras sin cuerda. A Loredhi le gusta el traqueteo de un tren sobre un cristal salpicando de pinturas de mentiras los paisajes.

Duerme…

Loredhi subió en avión y quedó fija mirando el ala derecha del aparato y contando los segundos que le restaban para morir, para dejar de respirar justo después de que el ala plateada derecha desapareciera y entonces ya no hay más que cerrar lo ojos…

Loredhi no muere, Loredhi llega.


El mundo está invadido por caricaturas color carne que golpean las pupilas, Loredhi se detiene frente al monumento clavando sus zapatillas verdes sobre el techo del subsuelo que recorre el otro tren lleno de ratas... Hay ratas en Berlín, y Loredhi se sorprende mirando fijamente a una a los ojos y recomponiendo el atlas de desguaces que han recorrido sus huellas dactilares.

Por la tarde, camina Loredhi por la alfombra crujiente y seca, y al fondo un discurso, camina Loredhi contándose las pisadas y se mete las manos en los bolsillos, otra vez, y las uñas tan mordidas, otra vez... Reconoce en el suelo, en un pedazo de espejo, el ojo castaño de un habitante más del circo de saltimbanquis, de chimpancés moribundos encerrados en las jaulas de metal y mierda… y al fondo el discurso lamentable del feriante repartiendo números para la tómbola…. Le ha tocado un televisor…. y Loredhi imagina al ganador, un hombre una mujer cualquiera atornillando sus nalgas a la tapicería de un sofá… Le ha tocado una moto acuática…. y Loredhi imagina a un hombre a una mujer, cualquiera, chapoteando en los ojos de una enorme ballena, mamífera fuera de fecha…

Camina Loredhi con las manos con las uñas de los dedos metidas en los bolsillos. Es otoño, tal vez hace frío.