lunes, 4 de octubre de 2010

De equilibrios y nocturnidad

Sólo por estar en el momento que se pronuncia esa palabra allí vale la pena no haber muerto en aquel sueño, por dejar caer la piedra del bolsillo olvidaremos jaulas
construidas con las alas de los pájaros, pirámides de metal y cemento, nichos con los nombres de los que no están y no lo saben, sólo por eso vale la pena haber tenido un río adentro.

Sólo por encontrar el hueco donde apoyar el chasis de carne cuando el cerebro empiece a fallar, cuando las termitas procreen y salga serrín del fondo del pecho, vale la pena haber tenido el hambre sujetando al estómago.

Sólo por manejar la noche donde todo es al contrario, por transitar una cocina ajena, maletas vacías, por llenar de tiritas el suelo para no caer, sólo por eso debían recompensar a los amanecidos de gris y violeta debajo del párpado pequeño.