Inmóvil como una matrioska de madera sola comienza el descenso bajo la piel. Es la madre primera. La huérfana.
Bajo el oscuro rincón se abre la primera capa, una sonrisa forzada se pinta agridulce y recibe la sacudida de olvido. Es la madre segunda. La desarraigada.
Se abre lateral la enorme barriga y asoma un corazón sangrando coágulos con forma de navaja de media luna. Es la madre tercera. La visceral.
La sal empapa la cicatriz, un torrente de diminutas lágrimas heladas calcifica otra figura. Es la madre cuarta. La melancólica.
Una pequeña y maciza asoma sacando la lengua. Es la madre última. La puta.
2 comentarios:
ñus ñus...pues había un juego infantil que se llamaba la puta enmedio...
"La nostalgia es un arma..."
Sr. Nicolás,
Vaya, pues yo ese juego no lo conocía, yo es que era muy santa...
No me hable de nostalgia no me hable de nostalgia, Don Nicolás, que ando estos tiempos bastante jodida...
¿Puede poner una canción de Malibú para animarme?
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