miércoles, 23 de junio de 2010

Venda

Voy caminando por la orilla y se queman las suelas,
se queman de tanto prender la luz con la piedra gastada
a cada paso,
de tanto raptar una canción que llene los poros de atmósfera.
Voy caminando y las rodillas crujen,
tanto desactivar el contestador que nunca escupe las palabras
y se oscurece en el cajón, con el cable cortado.
Voy caminando y una mujer parada cubre su vergüenza con un pañuelo lila,
y debajo de las manchas aquella mano deliberadamente abierta
para pedir un racimo de felicidad,
obsoleta felicidad que desaparece con el brillo de aquel metal vil,
candela para el iceberg que emerge de las alcantarillas,
y voy caminando y aquello que hay debajo no se nota,
se tapa con la venda de irse a acostar que es de día pero ya no se puede ver,
que es de día pero ya no se puede imaginar,
que es de día y voy caminando y ya no se puede pisar.
Voy caminando por la orilla del esqueleto de una ciudad de princesa tiniebla,
de harapos color lila que tapan a esa mujer y la mano se cierra y le dicen que no,
que no hay limosna para vivir,
que recoja la miseria y fecunde la luz en el barro que ahí le darán.

La voluntad de seguir los pasos abre la mano y los ojos se cierran.

martes, 15 de junio de 2010

De finales y preguntas sin

¿Dónde está el final de las personas,
en el extremo de su estatura,
en la orilla descosida de aquel puño que perdió en la pelea,
en las trampas que otros ponen en el último pedazo de azul...

dónde terminan los nombres,
en lo alto de una Torre de Babel,
en el espacio que se esconde entre la tela y esa carne que alimenta,
en las uñas de aquel gato, ladrón de empujes bajo un coche...

dónde
calamidad de noche se esconde el último taco que selló el cemento,
en la punta de los dedos que tatúan mi cintura,
en el escaparate de muñecas de sonrisa calavera,
en los párpados que apagan la bombilla sin saber qué será de todo sin...

viernes, 11 de junio de 2010

Crónica... by Yolanda


Gran descubrimiento... el local... la gente... pero sobre todo, la poesía y el arte de estas tres niñas!!! y la cantaora, qué buena cuando se centró en su palo...

Resumiendo.

En cuanto al local: adoro los sitios en los que caben tanto las perlas como las perras, refinados y trasnochados... perroflautas... pero todos tan a gustito en un ambiente acogedor, íntimo, familiar y envolvente... me fui con ganas de más!!!! Y de volver al KafCafé...

Y las artistas... en fin... alimentaron, sacudieron y alegraron las almas de los que allí estábamos. Cada una en su estilo, una más desgarradora, otra más provocadora y cachonda, otra más intimista... no faltó de ná!!!! INEFABLE

viernes, 4 de junio de 2010

Número impar

"Sentir que nunca se regresa de nuestro sitio
y quedarse impregnado en las cosas que más se odian
(que casi siempre son violetas o que es vital desconocerles el peso)
". Marcos Barcellos

Sentir el hueco de lo extraño quemarse contra el gris,
las pupilas perniciosas rebajando el grado de serenidad,
sentir cómo baja la piel con un simple taconeo del aire,
casi a oscuras está el cielo,
sentir la madera al abrir
y salen todas esas piezas de puzzle acribillado por las caras que se conforman en plural.

Y duele el teléfono de la parte derecha de la mandíbula.

Sentir cómo araña el hilo transparente que nos cortará el cuello,
el mordisco de termitas tras el árbol,
árbol negro erectitud del perro,
sentir la pua de la rosa bajo la nariz,
la condición estrafalaria de un reloj sobre la baldosa que quita el sueño.

Sentir a zancadas los nudillos del hambre emergiendo en la entrepierna,
cómo un golpe de pared acaba con el renglón torcido del rebaño,
cómo la calavera esgrime una catana de conspiración detrás.

Urge claridad en los números pares del mes para que no se erosione el mundo.

miércoles, 2 de junio de 2010

Loredhi lunática

Loredhi gira sobre los edificios mientras sueña, y parpadea diez veces a contrareloj antes de apretar el off de la alarma-despertador. Loredhi aterriza en el confuso de unas sábanas empapadas de junios y rechina los dientes, algún día pensó que se puede tratar de una manera de masticar la realidad de unas siete de la mañana, alguna vez que se puede tratar de una manera más de despertar los círculos. Loredhi había leído la noche anterior el significado del término lunático y se había encerrado por cien veces en sí misma, decidiendo no volver a dormir. Nunca. Cuando lo hizo, por agotamiento, Loredhi solo recuerda una vaga sensación de despegue de la piel, una jodidamente reconfortante lumbre, bajo las faldas de la mesa camilla. Loredhi cortó flores y voló a la luna atravesando todos los craneos huérfanos de la ciudad, todos los ladridos atropellados, cicatrices del asfalto, y no miró hacia atrás, esquivó el azul de la cavidad del cielo y se enquistó en la cara norte del satélite más manipulador de animales. Loredhi se convierte en pasto y entra a matar el oxígeno, extiende los brazos entonando una seguridad abstracta, humana y perfectamente disoluble con el giro de una veleta. Loredhi extirpa el viento de lo negro de la habitación y nace pasto sobre la cara norte de la luna.

Loredhi gira sueños sobre los edificios, y parpadea diez veces antes de apretar el off , aterriza en el confuso de unas sábanas empapadas de junios y rechina los dientes, algún día pensó que se puede tratar de una manera de masticar la realidad de unas siete de la mañana, alguna vez que se trata de una manera más de despertar.