
Loredhi respira hondo. Un sofá lleno de ropa limpia a un lado y la vida que se le quiere tragar. Cuenta hasta cien y en el número veinte ya ha salido volando, dispararse es demasiado sencillo. Lee textos ajenos, voces de conciencias, teclea lentamente una palabra corta. La desconexión con lo de dentro duele más de lo que estaba esperando. Unas manos solas unas teclas y siempre briznas de tabaco bailando ahí. Briznas habaneras.